viernes, 22 de marzo de 2024

A propósito de las ciencias y Dios

Siguen de actualidad dos libros que tratan sobre la existencia de Dios desde la perspectiva de las ciencias, uno de dos ingenieros franceses y otro de un experto español. Se trata del muy difundido “Dios-La Ciencia-Las Pruebas”, de Olivier Bonnassies-Michel-Yves Bolloré. Ed Funambulista, 2023. Y también de otro reciente: “Nuevas evidencias científicas de la existencia de Dios” de José Carlos González-Hurtado. Voz de Papel, Madrid, 2023.

No voy a entrar en la abundante información que aportan y de las conclusiones que dejan a las puertas de la indagación filosófica sobre Dios. Quizá pueda resumirse señalando que las ciencias empíricas no pueden probar la existencia de Dios pues su método se centra en el cómo de los eventos, en las experiencias del espacio, el tiempo y la materia.

Su aportación es valiosa porque abre a las cuestiones filosóficas sobre las causas reales, es decir, el cómo y el por qué o también expresado de otro modo por E.Kant: qué podemos conocer, qué debemos hacer, qué podemos esperar y, en definitiva, qué es el hombre. El testigo de las ciencias pasa entonces a la filosofía con su método propio y también a la teología con el suyo a partir de los datos revelados en la historia de la salvación.

Hombres perseguidos por su ciencia

Se conoce poco acerca de la persecución de sufrieron muchos científicos rusos durante las décadas ominosas dominadas por el materialismo dialéctico como única explicación de la historia, y con el ateísmo militante como religión del Estado. Las historias que recogen estos autores en las obras mencionadas son parte de la historia del pensamiento.

En los años treinta y cuarenta se extiende entre los astrofísicos la teoría del Big Bang como la más probable con los datos que se van descubriendo y los cálculos avanzados. A pesar de las dudas y rechazos anteriores los científicos van reconociendo como válida la intuición y exposición de Georges Lemaître, sacerdote y cosmólogo, como lo reconocen Hoyle, Einstein y después Wilson y Penzias. La intuición primera es que el universo no es estacionario sino que está en permanente expansión pues las galaxias se separan unas de otras, y más tarde se llega a recoger algo de la radiación cósmica de fondo causada por el Big Bang: es un despliegue sumamente organizado ajeno a un suceso fortuito o atribuible al azar, que no puede explicar la complejidad y perfección de las grandes leyes descubiertas en el universo.

Los científicos rusos de entonces participan en los debates cosmológicos y sintonizan con los nuevos desarrollos de la astrofísica, convencidos con pruebas de que el universo no es eterno. Sin embargo, el régimen marxista necesita destruir el mito de la creación como obra de Dios para ser coherente con su ateísmo programático. Algunos intentan huir de la Unión Soviética pero no siempre lo consiguen; la Policía Política va haciendo su lista negra entre los discípulos de Friedmann, Gamow, y otros. Stalin y el temible Molotov se consolidan en el poder y comienzan los crímenes contra los cosmólogos a partir de los años treinta.

Precisamente en esos años Einstein acabará dando la razón a la hipótesis de Lemaître y de Friedmann reconociendo que las ecuaciones de la relatividad describen un universo que no es fijo sino que está en expansión.

El materialismo es poco científico

Discípulo de Friedmann es Gamow quien publica un artículo que se difunde rápidamente entre los expertos sobre el Big Bang, en el que expone que los elementos ligeros de la materia, es decir, los protones y los neutrones, no pudieron nacer sino en una fase sumamente caliente del universo, de miles de millones de grados, muy superiores a la temperatura de las estrellas, y que la abundancia relativa de estos elementos constituía una prueba de que efectivamente el Big Bang tuvo lugar.

La trayectoria de Gamow le pone en el punto de mira de la Policía, intenta huir por dos veces con su familia y por fin consigue llegar a la libertad. Desgraciadamente Landáu, Ivanenko y Bronstein no siguieron el mismo camino y cayeron víctimas de la represión.

También el físico matemático Vladimir Fock es detenido por los milicianos de la Policía acusado de alta traición y complot contra la ideología del Estado y después de ser torturado, liberado y vuelto a detener alcanzará la libertad. No tuvo la misma suerte Evgueni Perepelkine que fue enviado al gulag y luego fusilado, y lo mismo Matvéi Bronstein con treinta y un años, detenido en su casa a la que no volverá. También en plena noche es detenido Dmitri Eropkine, fascinado por la teoría del Big Bang y fusilado sin llegar a cumplir los treinta años. Borís Númerov fue un matemático brillante, presidente de la Sociedad Rusa de Astronomía en sintonía con Friedmannn, detenido, condenado por espionaje y propaganda antimarxista, deportado y más tarde fusilado. El mismo camino seguirá Maximilian Musselius que acaba bajo las balas de un pelotón de ejecución. Todo esto ocurre en los años treinta, como venimos diciendo. Idéntico trato recibe otro discípulo de Friedmann expositor de la teoría de la relatividad de Einstein en la Universidad de San Petersburgo, porque muestra que el universo tuvo un comienzo; fue condenado y morirá más tarde a consecuencia de los malos tratos y los trabajos forzados. Añadamos a Innokenti Balanovski, Nikoláis Kózyrev, y etcétera.

En los años sesenta, no tan lejanos, el joven matemático Leonid Plyushch, investigador del Instituto de Cibernética de Moscú se convierte en disidente. Se le condenó a trabajos forzados, fue internado y torturado en un psiquiátrico. Su caso tuvo mucha repercusión en Europa, particularmente en Francia, cuando declinaba la fuerza del materialismo dialéctico.

Todos estos grandes científicos cayeron bajo represión del régimen estalinista el régimen del dictadore Stalin buscaba dar un castigo ejemplar para que el pueblo aprendiera a someterse al pensamiento ateísta.

Este breve repaso por una parte de la historia de la astrofísica contemporánea echa por tierra las tesis materialistas y otras alternativas al Big Bang, pues no hacen sino subrayar la fuerza de las pruebas que derivan de la expansión del universo, de su previsible muerte térmica, el principio antrópico, y de su comienzo del que da cuenta la radiación cósmica de fondo.

También los nazis lucharon contra el Big Bang y declaran la guerra a Dios, a quien apuntan las pruebas cosmológicas, porque no podían permitir que alguien sostuviera que la materia no es eterna. Pero este capítulo podemos dejarlo para más adelante.

 

Jesús Ortiz López

 

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La eterna pregunta sobre Dios

Dios no queda tan lejos según el novedoso libro de los ingenieros franceses Olivier Bonnassies y Michel-Yves Bolloré. Se ha publicado en castellana con el título «Dios, la Ciencia, las Pruebas» que trae a la actualidad la eterna pregunta ¿Dios existe?[1]. Un planteamiento semejante encontramos en otra obra también reciente de José Carlos González-Hurtado, «Nuevas evidencias científicas de la existencia de Dios»[2].

Estos autores piensan que el desarrollo actual de las ciencias proyecta luz sobre la existencia de un creador infinitivamente inteligente que explica la existencia del universo. Consideran que ya es “casualidad” que aparecieran los primeros elementos de la materia y mucha más “casualidad” que se hayan dado las condiciones para que la vida exista, y que la tierra sea el balcón del universo, con unas condiciones óptimas para la vida y la observación del más allá.

Buscando porqués

La pregunta eterna ¿Dios existe? es naturalmente humana porque buscamos los porqués de las cosas, las razones de su existir, y las causas que lo hacen realidad. Son cuestiones universales aunque la mayoría de las veces no se hacen explícitas sino implícitas ante los sucesos, los accidentes, el secreto de la vida o el misterio de la muerte.

A partir de esa búsqueda las ciencias buscan las causas según su parcela de la realidad y el método propio de cada una pues no es el mismo para la genética que para la astrofísica, para la historia o para la teología. Precisamente la filosofía busca las causas últimas de cada realidad y de todo en su conjunto, con su método propio a partir de los hallazgos de las ciencias empíricas, como la física, la psicología o la sociología.

Las ciencias humanas aportan datos y conclusiones pero no pueden demostrar absolutamente la existencia de Dios, pues se quedan a las puertas, ya que Dios no es objeto de experimentación científica, precisamente por no ser material y estar “fuera del mundo”. Tarea de la filosofía es recoger las aportaciones de los científicos y los desarrollos racionales para dar el salto de los fenómenos a su fundamento último. Los científicos comprueban que el espacio, el tiempo y la materia no tienen en sí la razón de su ser, y apuntan más bien a que tienen un origen y un final, siendo esta precisamente la pregunta filosófica:  ¿Hay una causa eficiente capaz de fundamentar ontológicamente la realidad y dar razón suficiente a nuestra inteligencia? ¿o quizá todo es producto del azar?

Buscando el fundamento

El filósofo encuentra que cada cosa no tiene en sí misma su fundamento porque ha sido causada “desde fuera” de sí misma, y que el azar o la casualidad pospone la cuestión sin resolverla; no hay que detenerse en el dedo que señala (las ciencias empíricas) sino mirar a la luna.

Insistamos en que esa eterna pregunta es una cuestión vital pues toda persona se la plantea tantas veces ante el milagro de la vida, de las leyes del universo, de la condición espiritual del ser humano, del sentido de la vida, del más allá de la barrera de la muerte, del reencuentro con los seres queridos, del valor del amor, y un largo etcétera. Siempre cabe permanecer en la duda como hace el agnosticismo falto de impulso o valentía para plantear en firme las últimas preguntas. Porque la respuesta a la existencia de Dios afecta a la vida personal, al sentido religioso, a la ética y a la sociedad. Si Dios existe yo no puedo vivir como si Dios no existiera.

La importancia vital de la pregunta desemboca en la verdadera cuestión más allá de la existencia de Dios que es precisamente la naturaleza de este Ser supremo, su realidad trascendente no mezclada con el mundo, su carácter absoluto y personal, su inteligencia y su voluntad, su verdad y su amor. Esto sí que es definitivo y decisivo para la vida de cada persona y de las relaciones con el prójimo así como la configuración de la sociedad.

Quién es Dios

En suma, es importante la pregunta sobre la existencia de Dios como ser supremo y ésta desemboca en quién es Dios, cuál es su realidad, qué me pide, y qué relación puedo tener con él. Y así entramos en el ámbito de la religión como relación confiada con Dios que habla y espera respuesta, que quiere el bien de cada persona y que concede sus dones a quienes se le acercan con humildad.

Esta es la visión judeocristiana de la religión, de la antropología humana, del sentido de la vida, y de la llamada a colaborar con Dios personal en la perfección del universo creado en estado de desarrollo. Demos gracias por tanto a los avances de las ciencias empíricas, a las técnicas que facilitan la vida, al desarrollo de los derechos humanos, y a las respuestas de la filosofía que siguen buscando la verdad inagotable, porque el hombre es siempre más.  

Y José Carlos González-Hurtado, afirma que «vistas las evidencias científicas que se acumulan en la física y en la cosmología, en las matemáticas o en la biología, la mayoría de los científicos son teístas o religiosos, que viene a corroborar el dicho de que, «cuanto más ciencia, más Dios».  

 Preguntas y respuestas

Bienvenidas sean esas obras sobre la eterna cuestión de la existencia de Dios, señal de que siempre es actual la pregunta sobre la causa de todo cuanto existe; las ciencias experimentales responden según su método propio y la filosofía de acuerdo con el suyo:  son dos planos distintos. Se refieren siempre al recto uso de la razón que piensa sobre la realidad y su sentido para el hombre: el eterno preguntón sobre el cómo y los porqués del mundo.

El libro de González-Hurtado presenta muchas evidencias alcanzadas por el desarrollo extraordinario de las ciencias en los dos últimos siglos. Y cita a muchos científicos que se declaran teístas ante los hallazgos científicos y por convicción racional. Unos son más conocidos por el público y otros principalmente por los científicos, como vemos a continuación.

«Toda persona que se interese seriamente por la ciencia, cualquiera que sea su campo de estudio, leerá la siguiente inscripción sobre la puerta del templo del conocimiento: “Cree”. La fe es una característica de la que no puede carecer el científico». Max Planck.

«El material de ADN ha mostrado, por la casi increíble complejidad de las disposiciones que son necesarias para producir la vida, que una inteligencia ha tenido que estar involucrada». Antoy Flew.

«La teoría de que la vida ha sido creada por una inteligencia es tan evidente que uno se pregunta por qué no es comúnmente aceptada. Las razones son más psicológicas que científicas». Fred Hoyle.

«Cuando más trabajo con los poderes de la Naturaleza más siento la benevolencia de Dios hacia el hombre y estoy más cerca de la gran verdad de que todo depende del Creador y Sostenedor Eterno». Guillermo Marconi.

Encuentro de fe y razón

Se han cumplido veinticinco años de la encíclica Fides et ratio de Juan Pablo II en la que aborda la relación entre la fe y la razón, no como dos realidades distintas sino como el uso de la inteligencia a partir de los hechos conocidos, bien por la experiencia o bien por la recepción de la revelación; en ambos casos es la misma razón que camina paso a paso desde el análisis de los fenómenos hasta su fundamento. Por eso hablaba Juan Pablo II sobre la «circularidad entre fe y razón»,  algo que se entiende cuando no hay prejuicios o esquemas mentales rígidos. Y añadía que son como las dos alas por las cuales la inteligencia se remonta al conocimiento de la verdad.

No sorprende que los últimos pontífices aborden también las relaciones entre la fe y la razón. Así Benedicto XVI presentaba el encuentro entre fe y razón que responden a la pasión del hombre por la verdad de las cosas y de su propia existencia. Y añadía que ese encuentro se realiza en la forma de relación personal con la Verdad en la Persona de Jesucristo: no es solo su doctrina y su ejemplo, ambos luminosos y aceptables sino que Él es la Palabra eterna del Padre que conocemos en plenitud por revelación pero que la razón profundiza y relaciona mediante la teología.

El papa Francisco también ha escrito sobre ello en la encíclica Lumen Fidei, a cuatro manos ha dicho, porque la había empezado Benedicto XVI y él la ha terminado; en ella denunciaba que algunos han utilizado la ciencia y su verdad como instrumento de dominio sobre otras personas. En cambio, ha invitado a descubrir y transmitir la buena noticia, el Evangelio de Jesucristo que no es solo fe y piedad sino razón de la vida de todo hombre como buscador del infinito y allí va a encontrar a Dios.

 

Jesús Ortiz López

 

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[1] Dios-LaCiencia-Las Pruebas. Olivier Bonnassies-Michel-Yves Bolloré. Ed Funambulista.

[2] Nuevas evidencias científicas de la existencia de Dios. José Carlos González-Hurtado. Voz de Papel, Madrid, 2023.

 

Iglesia: crisis de crecimiento

La fiesta de la Cátedra de san Pedro recuerda que la Iglesia tiene su fundamento en Jesucristo que vive ayer, hoy y siempre.  La Iglesia lleva veinte siglos en crisis y ahí sigue con heridas a modo de condecoraciones en mil batallas. En cada tiempo decae el vigor evangelizador en unos lugares mientras crece en otros: los hombres hacemos la historia y Dios sigue cuidando de su Iglesia a pesar de nosotros.

 Crisis actuales

La Iglesia en Alemania es un quebradero de cabeza y síntoma de que se va imponiendo la facción protestatizada por ósmosis y con obispos débiles con los fuertes. Son los grupos de presión eclesiásticos pues muchos viven a costa de la Iglesia, gran empresaria y con dinero, (que también emplea para generosas tareas asistenciales en el mundo). De todos modos la sangría de católicos que abandonan la Iglesia indica que la solución no vendrá por un Sínodo ni por acomodarse a los valores mundanos.

En Estados Unidos también la Iglesia tiene serios problemas precisamente por una parte contraria que dice defender la fe genuina sin mundanizarse, una parte que no sintoniza con el papa Francisco, y de otro lado grupos de presión que colaboran para actualizar como sea la imagen de la Iglesia, lavar la cara aunque sea a costa de alterar la fe y la doctrina moral al aceptar acríticamente los postulados de la posmodernidad. Los escándalos motivados por los abusos han diezmado las comunidades y vaciado las arcas de varias diócesis; la machacona insistencia de muchos medios está quebrando la fe de los mayores y alejando a los jóvenes de la participación en la vida sacramental y las labores de voluntariado.

Por su parte la vieja Europa ya no reconoce sus raíces judeocristianas y pierde fieles, no logra atraer a los jóvenes, y se encuentra con un imposible relevo generacional de los sacerdotes y religiosos. Por contraste crecen los grupos con vitalidad apostólica, los movimientos que atraen a los jóvenes, y la formación en la fe y en la misión de familias como verdaderas iglesias domésticas. La opción por la fe comprometida y la caridad valiente atrae a muchos, logra conversiones auténticas, y actúan con naturalidad en la sociedad. Son la esperanza del futuro que se fragua en las familias cristianas, con vitalidad semejante a la de los primeros cristianos.

Un nuevo documento

En este contexto se puede enmarcar el documento Fiducia supplicans sobre las bendiciones a los homosexuales y parejas irregulares o como se quiera llamarlos. El documento señala que bendecir no significado aprobar las uniones homosexuales o de parejas en situación irregular. Indica que está prohibido impartir esas bendiciones en un marco análogo a una ceremonia nupcial. Además señala que las relaciones sexuales encuentran su significado humano y cristiano solo en contexto del matrimonio entre un hombre y una mujer, como siempre ha enseñado la Iglesia. Y por eso señala que esa pastoral quiere ser fiel a la tradición de la Iglesia.

Al tratarse de un largo documento da muchas vueltas sobre el núcleo que parece ser dar bendiciones no litúrgicas ni rituales a los homosexuales y otras parejas, como señal de una pastoral abierta en el contexto de una Iglesia en misión para atraer a los que todavía no participan en las actividades parroquiales. Y posiblemente lavar la cara de la Iglesia ante parte de la opinión pública movida por quienes rechazan las enseñanzas eclesiásticas. Hace tan solo un par de años también el Dicasterio para la Doctrina de la fe publicó un documento claro sobre el trato pastoral con ese tipo de personas y no está claro porqué insistir en lo mismo quizá para romper algunas dificultades[1].

Volver al Catecismo

El Catecismo de la Iglesia ha tratado estas cuestiones con suficiente claridad, fruto maduro del Concilio Vaticano II y de la mayor sinodalidad conocida. En concreto trata sobre la vocación a la castidad integrada en el desarrollo de la persona enseña: «La castidad significa la integración lograda de la sexualidad en la persona, y por ello en la unidad interior del hombre en su ser corporal y espiritual. La sexualidad, en la que se expresa la pertenencia del hombre al mundo corporal y biológico, se hace personal y verdaderamente humana cuando está integrada en la relación de persona a persona, en el don mutuo entero y temporalmente ilimitado del hombre y de la mujer» (N. 2337).

La virtud de la castidad, por tanto, entraña la integridad de la persona y la integralidad del don «La castidad comporta un aprendizaje del dominio de sí, que es una pedagogía de la libertad humana. La alternativa es clara: o el hombre controla sus pasiones y obtiene la paz, o se deja dominar por ellas y se hace desgraciado (cf Si 1, 22). "La dignidad del hombre requiere, en efecto, que actúe según una elección consciente y libre, es decir, movido e inducido personalmente desde dentro y no bajo la presión de un ciego impulso interior o de la mera coacción externa. El hombre logra esta dignidad cuando, liberándose de toda esclavitud de las pasiones, persigue su fin en la libre elección del bien y se procura con eficacia y habilidad los medios adecuados" (GS 17)». (N. 2339)

Por ello «El que quiere permanecer fiel a las promesas de su bautismo y resistir las tentaciones debe poner los medios para ello: el conocimiento de sí, la práctica de una ascesis adaptada a las situaciones encontradas, la obediencia a los mandamientos divinos, la práctica de las virtudes morales y la fidelidad a la oración. "La castidad nos recompone; nos devuelve a la unidad que habíamos perdido dispersándonos" (S. Agustín, conf. 10, 29; 40). (N. 2340)[2].

Ofensas contra la castidad

Respecto a las ofensas contra la castidad recoge la doctrina moral católica derivada del Evangelio y la gran Tradición. Como base enseña que la lujuria: «es un deseo o un goce desordenados del placer venéreo. El placer sexual es moralmente desordenado cuando es buscado por sí mismo, separado de las finalidades de procreación y de unión». (N. 2351).  Y por ello considera que son pecados la masturbación y la fornicación, así como la pornografía, la prostitución y la violación, e indica que «Para emitir un juicio justo sobre la responsabilidad moral de los sujetos y para orientar la acción pastoral, ha de tenerse en cuenta la inmadurez afectiva, la fuerza de los hábitos contraídos, el estado de angustia u otros factores síquicos o sociales que pueden atenuar o tal vez reducir al mínimo la culpabilidad moral». (N. 2352).

Las personas homosexuales

Respecto a la homosexualidad enseña «La homosexualidad designa las relaciones entre hombres o mujeres que experimentan una atracción sexual, exclusiva o predominante, hacia personas del mismo sexo. Reviste formas muy variadas a través de los siglos y las culturas. Su origen síquico permanece ampliamente inexplicado. Apoyándose en la Sagrada Escritura que los presenta como depravaciones graves (cf Gn 19, 1 - 29; Rm 1, 24 - 27; 1Co 6, 10; 1Tm 1, 10), la Tradición ha declarado siempre que "los actos homosexuales son intrínsecamente desordenados" (CDF, decl. "Persona humana" 8). Son contrarios a la ley natural. Cierran el acto sexual al don de la vida. No proceden de una complementariedad afectiva y sexual verdadera. No pueden recibir aprobación en ningún caso» (N. 2357).

Con palabras medidas muestra que «Un número apreciable de hombres y mujeres presentan tendencias homosexuales profundamente radicadas. Esta inclinación, objetivamente desordenada, constituye para la mayoría de ellos una auténtica prueba. Deben ser acogidos con respeto, compasión y delicadeza. Se evitará, respecto a ellos, todo signo de discriminación injusta. Estas personas están llamadas a realizar la voluntad de Dios en su vida y, si son cristianas, a unir al sacrificio de la cruz del Señor, las dificultades que pueden encontrar a causa de su condición. (N. 2358).

Con buen sentido pastoral el Catecismo señala que sentir esa tendencia es distinta de consentir en esos diversos actos especialmente contrarios a la castidad, y que esas personas deben poner los medios para huir de las ocasiones de pecado, acudir a los sacramentos en particular el de la penitencia, y a la oración confiada a Dios Padre, a Jesucristo y a la Santísima Virgen María

Sobre el matrimonio

Finalmente trata sobre algunos aspectos del matrimonio que están más desarrollados en la doctrina sobre el sacramento del matrimonio donde se habla de ese camino de santidad para la mayoría de los fieles.

Enseña enseña que «Los actos con los que los esposos se unen íntima y castamente entre sí son honestos y dignos, y, realizados de modo verdaderamente humano, significan y fomentan la recíproca donación, con la que se enriquecen mutuamente con alegría y gratitud" (GS 49, 2). La sexualidad es fuente de alegría y de placer: El Creador… estableció que en esta función (de generación) los esposos experimentasen un placer y una satisfacción del cuerpo y del espíritu. Por tanto, los esposos no hacen nada malo procurando este placer y gozando de él. Aceptan lo que el Creador les ha destinado. Sin embargo, los esposos deben saber mantenerse en los límites de una justa moderación" (Pío XII, discurso 29 Octubre 1951)». (N. 2363).

En suma, vamos avanzando como Iglesia misionera que tiene las puertas abiertas a todos, consciente de ser sacramento universal de salvación y camino querido por Dios para encontrar y desarrollar la vocación a la santidad, que consiste fundamentalmente en la unión con Jesucristo, Camino, Verdad y Vida. Y así la vida cristiana continúa en un proceso continuo de buscar a Jesucristo, de encontrar a Jesucristo, de amar a Jesucristo, de permanecer con Jesucristo.

 

Jesús Ortiz López

 

https://www.religionenlibertad.com/blog/500087656/Iglesia-crisis-de-crecimiento.html

 

 



[1] https://press.vatican.va/content/salastampa/es/bollettino/pubblico/2021/03/15/res.html

[2] Un buen estudio actual que profundiza en esta virtud y en el contexto de la dignidad es

Erik Varden. Castidad. La reconciliación de los sentidos. Encuentro 2023, 170 págs.

Un mal paso en Francia

El mundo se alegró cuando el astronauta norteamericano Neil Armstrong pisó la luna, un pequeño paso para el hombre y un gran salto para la humanidad, se dijo entonces. Con razón, porque esa hazaña ha probado lo alto que puede llegar el ser humano cuando pone cabeza y corazón en una tarea. Un trabajo de equipo y un proyecto ilusionante para la sociedad norteamericana.

Por contraste, estos días el mundo ha dado un paso hacia atrás cuando la Asamblea francesa ha aprobado una reforma constitucional para garantizar, en determinadas condiciones, la libertad de reclamar la interrupción voluntaria del embarazo. Bonitas palabras suficientes para blindar el aborto frente a futuras leyes que pudieran limitarlo. Y no se puede olvidar el carácter pedagógico que tienen las leyes que edifican sobre la justicia, pero también desedifican cuando se piensa que lo legal es moral.

Regresión legislativa

En Francia crecieron los ideales de libertad, igualdad y fraternidad, si bien es verdad que entre ríos de sangre causados por la Revolución, y una Ilustración que cortó el pensamiento libre y su expresión por lo sano gracias al invento del doctor Guillotin.

El aplauso de la Asamblea de Francia parece un triunfo humano cuando en realidad es un fracaso de los poderosos que no quieren ocuparse de los débiles. Hemos visto muchas veces cómo se manipulan las grandes palabras, libertad, igualdad, fraternidad, derechos, de modo que ciegan la conciencia de muchos como conejillos deslumbrados por los faros de un coche y acaban en la cuneta.

Una sociedad democrática no puede estar orgullosa de suprimir vidas humanas y sobre todo la de los más indefensos. Por mucho humo que expandan desde una asamblea política la realidad es que se abre licencia para matar. Ya se hacía con más de 200 mil abortos al año en el país vecino, pero ahora se establece como un derecho y voluntad de permanencia por mucho tiempo.

En España caminamos en la misma dirección de nuestros vecinos hacia el aborto como un derecho constitucional, a pesar de la oposición de muchos que trabajamos día tras día por la vida, también en la manifestación reciente del Día del Sí a la vida. Una muestra de que muchos sabemos qué significado positivo tiene el mandamiento del No matarás.

No acostumbrase a la cultura de muerte

La realidad del aborto y la eutanasia son atentados diarios contra la vida, aunque los envolvamos en conceptos abstractos como el tan manido de «interrupción voluntaria del embarazo». Hay un salto mortal en la sociedad desde que se presentaron en la opinión pública casos penosos de mujeres que morían por «abortar en malas condiciones y otras que iban a la cárcel» hasta hoy al establecer el aborto como un derecho constitucional. Como tantas veces, muchos creadores de opinión mueven los sentimientos para ofuscar la inteligencia y seguir avanzando en la cultura de la muerte, que marca el declive de Occidente. Luego se despenalizan unos supuestos, a la vez que cierto feminismo hace bandera de ese derecho que se introduce en la legislación. Al final llegamos hasta la Asamblea de Francia que establece el aborto como un derecho constitucional.

El crecimiento en nuestro mundo supuestamente civilizado de la eutanasia como una solución para el envejecimiento de la población, presentándola como un ejercicio de libertad y un derecho, va hundiendo la conciencia moral de los jóvenes, que ya no sabrán distinguir entre el bien y el mal. Pues parece que estamos a un paso del establecimiento de la eutanasia como un derecho constitucional.

Trabajamos por la vida

No son pocos los que trabajan por la paz en la política, la economía, el derecho, la sanidad, y asociaciones varias, en las que colaboran hombres y mujeres, jóvenes y mayores, los que vemos la transmisión de los valores humanos en defensa de la vida, del matrimonio, de la libertad en un ejercicio palpable de generosidad y de la solidaridad. Todos somos llamados en conciencia a renovar la sociedad, a defender la convivencia pacífica en el respeto de los derechos de todos, y a esforzarnos con esperanza para el progreso real en humanidad.

Crece también la oposición a esta cultura de muerte por parte de juristas, políticos, médicos, escritores, y artistas que siguen proclamando bien alto y con perseverancia que la vida es el mayor bien, la base de toda civilización digna de este nombre y siempre un don de Dios. Si muchos se empeñan en destruir el tejido social excitando la mentira y el egoísmo, otros muchos seguiremos proclamando el valor supremo de la vida humana.

Los obispos de Francia han clamado contra este atentado legal a la vida: «a medida que salen a la luz las numerosas formas de violencia contra las mujeres y los niños, habría sido un honor para la constitución de nuestro país poner en su centro la protección de las mujeres y los niños». No ha sido así, pero nadie dijo que las batallas en defensa de la vida, del bien, de la verdad sean fáciles, en un mundo donde la ciencia y el Derecho estén al servicio de la dignidad de la persona humana y de la fraternidad. Y seguirán levantándose monumentos en recuerdo de los no nacidos y de tantos que defendieron la vida y libertad. 

 

Jesús Ortiz López

 

https://www.religionenlibertad.com/blog/772973456/Un-mal-paso-en-Francia.html

 

miércoles, 22 de noviembre de 2023

Dos alas del pensamiento

«Nuevas evidencias científicas de la existencia de Dios». Es el título de la reciente obra de José Carlos González-Hurtado. Estos días se habla también del libro de los científicos franceses Olivier Bonnassies-Michel-Yves Bolloré , titulado. Dios-La Ciencia-Las Pruebas.

Preguntas y respuestas

Bienvenidos sean esas obras sobre la eterna cuestión de la existencia de Dios, señal de que siempre es actual la pregunta sobre la causa de todo cuanto existe; las ciencias experimentales responden según su método propio y la filosofía de acuerdo con el suyo:  son dos planos distintos. Se refieren siempre al recto uso de la razón que piensa sobre la realidad y su sentido para el hombre: el eterno preguntón sobre el cómo y los porqués del mundo.

El libro de González-Hurtado presenta muchas evidencias alcanzadas por el desarrollo extraordinario de las ciencias en los dos últimos siglos. Y cita a muchos científicos que se declaran teístas ante los hallazgos científicos y por convicción racional. Unos son más conocidos por el público y otros principalmente por los científicos, como vemos a continuación.

«Toda persona que se interese seriamente por la ciencia, cualquiera que sea su campo de estudio, leerá la siguiente inscripción sobre la puerta del templo del conocimiento: “Cree”. La fe es una característica de la que no puede carecer el científico». Max Planck

«El material de ADN ha mostrado, por la casi increíble complejidad de las disposiciones que son necesarias para producir la vida, que una inteligencia ha tenido que estar involucrada». Antoy Flew.

«La teoría de que la vida ha sido creada por una inteligencia es tan evidente que uno se pregunta por qué no es comúnmente aceptada. Las razones son más psicológicas que científicas». Fred Hoyle.

«La coincidencia es la forma que tiene Dios para permanecer anónimo». Albert Einstein

«El primer trago del vaso de las ciencias naturales te convertirá en ateo, pero al fondo del vaso, Dios está esperándote». Werner Heisenberg.

«Cuando más trabajo con los poderes de la Naturaleza más siento la benevolencia de Dios hacia el hombre y estoy más cerca de la gran verdad de que todo depende del Creador y Sostenedor Eterno». Guillermo Marconi.

«Yo creo firmemente en la existencia de Dios, basándome en la intuición, en las observaciones, en la lógica y también en los conocimientos científicos». Charles Townes.

«Dios existió antes de que hubiera seres humanos en la Tierra (…) y Él permanecerá entronizado a un nivel inaccesible a la comprensión humana después de que la Tierra y todo lo que tiene haya desaparecido en ruinas». Max Plank

Encuentro de fe y razón

Se cumplen ahora veinticinco años de la encíclica Fides et ratio de Juan Pablo II en la que aborda la relación entre la fe y la razón no como dos realidades distintas sino como el uso de la inteligencia a partir de los hechos conocidos, bien por la experiencia o bien por la recepción de la revelación; en ambos casos es la misma razón que camina paso a paso desde el análisis de los fenómenos hasta su fundamento. Por eso hablaba Juan Pablo II sobre la «circularidad entre fe y razón», razón y fe, algo que se entiende cuando no hay prejuicios o esquemas mentales rígidos. Y añadía que son como las dos alas por las cuales la inteligencia se remonta al conocimiento de la verdad. Porque hay unas verdades comprobables por experimentación y otras que proceden de razonamiento metafísico, y lo habitual es que convivan en la misma persona y en el desarrollo de la cultura.

No sorprende que los últimos pontífices aborden también las relaciones entre la fe y la razón. Así Benedicto XVI presentaba el encuentro entre fe y razón que responden a la pasión del hombre por la verdad de las cosas y de su propia existencia. Y añadía que ese encuentro se realiza en la forma de relación personal con la Verdad en la Persona de Jesucristo: no es solo su doctrina y su ejemplo, ambos luminosos y aceptables por todos, sino que Él es la Verdad personificada, la Palabra eterna del Padre, algo que conocemos en plenitud por revelación pero que la razón profundiza y relaciona mediante la teología: es el Verbo o logos sobre Dios en sí mismo y en su relación con los hombres, así como su manifestación en la historia.

El papa Francisco también ha escrito sobre ello en la encíclica Lumen Fidei, a cuatro manos ha dicho, porque la había empezado Benedicto XVI y él la ha terminado; en ella denunciaba que algunos han utilizado la ciencia y su verdad como instrumento de dominio sobre otras personas. En cambio, ha invitado a descubrir y transmitir la buena noticia, el Evangelio de Jesucristo que no es solo fe y piedad sino razón de la vida de todo hombre como buscador del infinito, y allí va a encontrar a Dios.

 

Jesús Ortiz López

 

https://www.exaudi.org/es/dos-alas-del-pensamiento/

 

 

 

Perseguidos por su ciencia

Conocí hace años a unos hermanos alemanes que me contaron las peripecias vividas para pasarse del Berlín Oriental al Occidental con toda la familia, los padres y varios hermanos. La preparación silenciosa, los miedos, los disimulos, y por fin la huida utilizando el metro con el miedo en el cuerpo si descubrían que no iban precisamente de paseo sino el otro lado, hacia la libertad. Porque de eso se trataba principalmente:  la libertad para pensar, para actuar y trabajar con un sentido no materialista, y para practicar la fe sin esconderla; recordaban a otros muchos que no lo lograron pereciendo en el intento. Hay abundantes documentales, películas y novelas que describen situaciones semejantes en la larga marcha hacia la libertad.

Un mundo dividido

La caída del Muro de Berlín significó el final de varias décadas de sufrimientos y la revelación de lo que pasaba en la URSS de entonces. «Un mundo dividido» es el título de una exposición inaugurada en noviembre en la Fundación Canal de Madrid con información, fotografías, vídeos, objetos y armas, y algunos fragmentos del Muro en recuerdo de esa conquista de la libertad que muchos no pudieron alcanzar. Como bien manifiesta esa muestra, ese Muro se construyó no para impedir una invasión sino para evitar un éxodo.

Siguen de actualidad dos libros que tratan sobre la existencia de Dios desde la perspectiva de las ciencias, uno de dos ingenieros franceses y otro de un experto español[1]. No voy a entrar en la abundante información que aportan y de las conclusiones que dejan a las puertas de la indagación filosófica sobre Dios. Quizá pueda resumirse señalando que las ciencias empíricas no pueden probar la existencia de Dios pues su método se centra en el cómo de los eventos, en las experiencias del espacio, el tiempo y la materia. Su aportación es valiosa porque abre a las cuestiones filosóficas sobre las causas reales, es decir, el cómo y el por qué o también expresado de otro modo por E.Kant: qué podemos conocer, qué debemos hacer, qué podemos esperar y, en definitiva, qué es el hombre. El testigo de las ciencias pasa entonces a la filosofía con su método propio y también a la teología con el suyo a partir de los datos revelados en la historia de la salvación.

No perseguidos por la ciencia

Me refiero ahora a la persecución que sufrieron muchos científicos rusos durante esas décadas ominosas dominadas por el materialismo dialéctico como única explicación de la historia, y con el ateísmo militante como religión del Estado. Las historias que recogen estos autores en las obras mencionadas son parte de la historia del pensamiento.

En los años treinta y cuarenta se extiende entre los astrofísicos la teoría del Big Bang como la más probable con los datos que se van descubriendo y los cálculos avanzados. A pesar de las dudas y rechazos anteriores los científicos van reconociendo como válida la intuición y exposición de Georges Lemaître, sacerdote y cosmólogo, como lo reconocen Hoyle, Einstein y después Wilson y Penzias. La intuición primera es que el universo no es estacionario sino que está en permanente expansión pues las galaxias se separan unas de otras, y más tarde se llega a recoger algo de la radiación cósmica de fondo causada por el Big Bang: es un despliegue sumamente organizado ajeno a un suceso fortuito o atribuible al azar, que no puede explicar la complejidad y perfección de las grandes leyes descubiertas en el universo.

Los científicos rusos de entonces participan en los debates cosmológicos y sintonizan con los nuevos desarrollos de la astrofísica, convencidos con pruebas de que el universo no es eterno. Sin embargo, el régimen marxista necesita destruir el mito de la creación como obra de Dios para ser coherente con su ateísmo programático. Algunos intentan huir de la Unión Soviética pero no siempre lo consiguen; la Policía Política va haciendo su lista negra entre los discípulos de Friedmann, Gamow, y otros. Stalin y el temible Molotov se consolidan en el poder y comienzan los crímenes contra los cosmólogos a partir de los años treinta.

Precisamente en esos años Einstein acabará dando la razón a la hipótesis de Lemaître y de Friedmann reconociendo que las ecuaciones de la relatividad describen un universo que no es fijo sino que está en expansión.

Sí perseguidos por el materialismo

Discípulo de Friedmann es Gamow quien publica un artículo que se difunde rápidamente entre los expertos sobre el Big Bang, en el que expone que los elementos ligeros de la materia, es decir, los protones y los neutrones, no pudieron nacer sino en una fase sumamente caliente del universo, de miles de millones de grados, muy superiores a la temperatura de las estrellas, y que la abundancia relativa de estos elementos constituía una prueba de que efectivamente el Big Bang tuvo lugar.

La trayectoria de Gamow le pone en el punto de mira de la Policía, intenta huir por dos veces con su familia y por fin consigue llegar a la libertad. Desgraciadamente Landáu, Ivanenko y Bronstein no siguieron el mismo camino y cayeron víctimas de la represión.

También el físico matemático Vladimir Fock es detenido por los milicianos de la Policía acusado de alta traición y complot contra la ideología del Estado y después de ser torturado, liberado y vuelto a detener alcanzará la libertad. No tuvo la misma suerte Evgueni Perepelkine que fue enviado al gulag y luego fusilado, y lo mismo Matvéi Bronstein con treinta y un años, detenido en su casa a la que no volverá. También en plena noche es detenido Dmitri Eropkine, fascinado por la teoría del Big Bang y fusilado sin llegar a cumplir los treinta años. Borís Númerov fue un matemático brillante, presidente de la Sociedad Rusa de Astronomía en sintonía con Friedmannn, detenido, condenado por espionaje y propaganda antimarxista, deportado y más tarde fusilado. El mismo camino seguirá Maximilian Musselius que acaba bajo las balas de un pelotón de ejecución. Todo esto ocurre en los años treinta, como venimos diciendo. Idéntico trato recibe otro discípulo de Friedmann expositor de la teoría de la relatividad de Einstein en la Universidad de San Petersburgo, porque muestra que el universo tuvo un comienzo; fue condenado y morirá más tarde a consecuencia de los malos tratos y los trabajos forzados. Añadamos a Innokenti Balanovski, Nikoláis Kózyrev, y etcétera.

En los años sesenta, no tan lejanos, el joven matemático Leonid Plyushch, investigador del Instituto de Cibernética de Moscú se convierte en disidente. Se le condenó a trabajos forzados, fue internado y torturado en un psiquiátrico. Su caso tuvo mucha repercusión en Europa, particularmente en Francia, cuando declinaba la fuerza del materialismo dialéctico.

Todos estos grandes científicos cayeron bajo represión del régimen estalinista el régimen del dictadore Stalin buscaba dar un castigo ejemplar para que el pueblo aprendiera a someterse al pensamiento ateísta.

Este breve repaso por una parte de la historia de la astrofísica contemporánea echa por tierra las tesis materialistas y otras alternativas al Big Bang, pues no hacen sino subrayar la fuerza de las pruebas que derivan de la expansión del universo, de su previsible muerte térmica, el principio antrópico, y de su comienzo del que da cuenta la radiación cósmica de fondo.

También los nazis lucharon contra el Big Bang y declaran la guerra a Dios, a quien apuntan las pruebas cosmológicas, porque no podían permitir que alguien sostuviera que la materia no es eterna. Pero este capítulo podemos dejarlo para más adelante.

 

Jesús Ortiz López

https://www.religionenlibertad.com/blog/848268817/Perseguidos-por-su-ciencia.html

 

 



[1] Dios-LaCiencia-Las Pruebas. Olivier Bonnassies-Michel-Yves Bolloré. Ed Funambulista.

Nuevas evidencias científicas de la existencia de Dios. José Carlos González-Hurtado. Voz de Papel, Madrid, 2023.

lunes, 16 de octubre de 2023

La eterna pregunta

Dios no queda tan lejos según el libro de los ingenieros franceses Olivier Bonnassies y Michel-Yves Bolloré. Con un buen marketing editorial se pone de moda la eterna pregunta ¿Dios existe?[1]. Un planteamiento semejante encontramos en la obra de José Carlos González-Hurtado, Nuevas evidencias científicas de la existencia de Dios[2].

Estos autores piensan que el desarrollo actual de las ciencias arroja luz sobre la existencia de un creador infinitivamente inteligente que explica la existencia del universo. Consideran que ya es “casualidad” que aparecieran los primeros elementos de la materia y mucha más “casualidad” que se hayan dado las condiciones para que la vida exista, y que la tierra sea el balcón del universo, con unas condiciones óptimas para la vida y la observación del más allá.

Buscando porqués

La pregunta eterna ¿Dios existe? es naturalmente humana porque buscamos los porqués de las cosas, las razones de su existir, y las causas que lo hacen realidad. Son cuestiones universales aunque la mayoría de las veces no se hacen explícitas sino implícitas ante los sucesos, los accidentes, el misterio de la vida o el misterio de la muerte.

A partir de esa búsqueda las ciencias buscan las causas según su parcela de la realidad y el método propio de cada una pues no es el mismo para la genética que para la astrofísica, para la historia o para la teología. Precisamente la filosofía busca las causas últimas de cada realidad y de todo en su conjunto, con su método propio a partir de los hallazgos de las ciencias empíricas, como la física, la psicología o la sociología.

Las ciencias humanas aportan datos y conclusiones pero no pueden demostrar absolutamente la existencia de Dios, pues se quedan a las puertas, ya que Dios no es objeto de experimentación científica, precisamente por no ser material y estar fuera del mundo. Tarea de la filosofía es recoger las aportaciones de los científicos y los desarrollos racionales para dar el salto de los fenómenos a su fundamento último. La cuestión principal es buscar el fundamento o razón de ser de todo lo que existe: no busca las causas inmediatas de los hechos o de los fenómenos sino la causa última y más universal, es decir, la causa eficiente que explica el ser de una realidad y del todo y que también es causa final de todo. 

Los científicos comprueban que el espacio, el tiempo y la materia no tienen en sí la razón de su ser, y apuntan más bien a que tienen un origen y un final, el big bang y la entropía están comúnmente aceptadas y comprobadas como materia, que pide fundamento y ésta es precisamente la pregunta es filosófica. ¿Hay una causa eficiente capaz de fundamentar ontológicamente la realidad y dar razón suficiente a nuestra inteligencia? ¿O quizá todo es producto del azar?

Buscando el fundamento

El filósofo encuentra que cada cosa no tiene en sí misma su fundamento porque ha sido causada “desde fuera” de sí misma, y que el azar o la casualidad pospone la cuestión sin resolverla; no hay que detenerse en el dedo que señala (las ciencias empíricas) sino mirar a la luna.

Insistamos en que esa eterna pregunta es una cuestión vital pues toda persona se la plantea tantas veces ante el milagro de la vida, de las leyes del universo, de la condición espiritual del ser humano, del sentido de la vida, del más allá de la barrea de la muerte, del reencuentro con los seres queridos, del valor del amor, y un largo etcétera. Siempre cabe permanecer en la duda aunque esta se considera como un agnosticismo falto de impulso o valentía para plantear en firme las últimas preguntas. Además, la respuesta a la existencia de Dios no nos deja indiferentes porque afecta la vida personal, al sentido religioso, a la ética y a la sociedad. Si Dios existe yo no puedo vivir como si Dios no existiera.

La importancia vital de la pregunta desemboca en la verdadera cuestión más allá de la existencia de Dios pues no es otra que la naturaleza de este Ser supremo, su realidad trascendente no mezclada con el mundo, su carácter absoluto, su carácter personal, su inteligencia y su voluntad, su verdad y su amor. Esto sí que es definitivo y decisivo para la vida de cada persona y de las relaciones con el prójimo así como la configuración de la sociedad.

Quién es Dios

En suma, es importante la pregunta sobre la existencia de Dios como ser supremo y ésta desemboca en quién es Dios, cuál es su realidad, qué me pide, y qué relación puedo tener con él. Y así entramos en el ámbito de la religión como relación confiada con Dios que habla y espera respuesta, que quiere el bien de cada persona y que concede sus dones a quienes se le acercan con humildad, es decir, reconociéndose como criaturas que no tienen en sí la razón de su ser, y que somos llamados gratuitamente a la existencia y a ser felices en el amor.

Esta es la visión judeocristiana de la religión, de la antropología humana, del sentido de la vida, y de la llamada a colaborar con Dios personal en la perfección del universo creado en estado de desarrollo. Gracias por tanto a los avances de las ciencias empíricas, a las técnicas que facilitan la vida, al desarrollo de los derechos humanos, y a las respuestas de la filosofía que siguen buscando la verdad inagotable, porque el hombre es siempre más.  

Y José Carlos González-Hurtado, afirma que «vistas las evidencias científicas que se acumulan en la Física y en la Cosmología, en las Matemáticas o en la Biología, la mayoría de los científicos son teístas o religiosos, que viene a corroborar el dicho de que, «cuanto más ciencia, más Dios».  


Jesús Ortiz López

 https://www.religionenlibertad.com/blog/769976265/La-eterna-pregunta-sobre-Dios.html

 



[1] Dios-LaCiencia-Las Pruebas. Olivier Bonnassies-Michel-Yves Bolloré. Ed Funambulista.

[2] Nuevas evidencias científicas de la existencia de Dios. José Carlos González-Hurtado. Voz de Papel, Madrid, 2023.